jueves, 18 de octubre de 2012

PERÍFRASIS VERBALES


PERÍFRASIS VERBALES
Identifica las perífrasis verbales que aparecen en estos tres textos y señala en cada caso de qué tipo de perífrasis (aspectual o modal) se trata, y cuál es su significado modal o aspectual.

TEXTO 1.
Antes de ayer estuvo lloviendo durante toda la mañana, tan gris y fría como la tripa de un sapo. Cuando comenzaba a aclarar, mi amigo Alberto y yo decidimos ponernos a coger caracoles. Estuvimos andando por espacio de dos horas, y en ese tiempo no dejamos un sólo minuto de llenar bolsas con los repugnantes bichos cornudos. Luego, nos sentamos en un banco de piedra muy acogedor. "Qué te ha parecido la caza?", me preguntó Alberto. Yo no estaba muy seguro de lo que debía responder, y le contesté: "vete a capar monas alemanas peludas".

Mi amigo, molesto y sumamente desconcertado, se levantó del banco, me miró con una cara más avinagrada que la de un tiburón sidoso y volvió la espalda. Oí que decía para sí: "A veces me gustaría que a este anormal soberbio le diera un síncope y Palmara y lo enterraran en una pocilga apestosa". Yo me arrepentí enseguida de lo que había hecho, acaricié suavemente su pelo, rubio y rizado, y me puse a hacerle la pelota: "qué energía, qué carácter!; eso ha sido una broma afectuosa, Alber; nadie se mosquea por algo tan tonto, perdóname". Y como sabía su situación, le dije con un tono cariñoso: "se ve a cien kilómetros que estás más enamorado que los caracoles de las bolsas, pero tienes que tomarte las cosas con más calma. O te controlas, o te da un ataque".

TEXTO 2.
Todo el día había estado lloviendo y ya debían de ser las cinco. Había quedado establecido que a las siete comenzarían a actuar. Sin embargo, Marcial seguía dándole vueltas al asunto y no estaba del todo decidido. Llegó a pensar que había que abandonar el proyecto, que todo era absurdo, pero de nuevo volvía a considerar que no se podía hacer otra cosa. "Hay que ser fuerte" ‑se decía a sí mismo‑ "debo intentarlo". No obstante, quiso asegurarse y decidió llamar por teléfono a su compañero, que por entonces debía de estar preparándose para salir, pero cuando fue a descolgar el auricular, vio que había dejado de llover y una firme decisión volvió a apoderarse de su ánimo.





TEXTO 3.

-Debía de estar borracho cuando empezó a llover ‑señaló el inspector Gastaminza‑. Como tantas otras veces, iba dando tumbos de bar en bar, sin dejar de beber ni un minuto; llegó a agarrarse tal trompa que se echó a dormir en el primer sitio que le vino bien. Es una desgracia que ese lugar tuviera que ser la vía del tren.
      -Yo creo que deberíamos hacerle la autopsia ‑precisó el médico.
      -¿Para qué? ‑repuso con sorna Gastaminza‑, nadie va a preguntar por la muerte de un desgraciado como ése. En el fondo, su muerte puede que haya sido lo mejor para él.

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