La escuela embrujada
Un día en la universidad de Tlalnepantla el profesor Javier se entretuvo
revisando los exámenes. Como era nuevo en aquella escuela, quiso ver qué nivel
tenían los alumnos, haciendo un examen sorpresa.
Cuando terminó de guardar todo en su portafolio, la escuela estaba desierta, y fuera ya era de noche; era invierno y los días eran cortos.
En el corredor encontró a un hombre llamado Isra barriendo el piso. Se saludaron, y el hombre que barría le preguntó:
-¿Usted es nuevo aquí?
- Sí señor. Comencé ayer - le respondió el profesor Javier.
- Y qué le parece esta escuela - indagó el barrendero, apoyándose en la escoba como si fuera un largo bastón - ¿Le gusta?
- Sí - dijo el profesor Javier echando una mirada alrededor de ella .Comparada con la escuela en donde trabajé, todas son mejores. Si le contara lo que pasaba en aquella escuela no me creería. Por suerte ahora está cerrada, clausurada más bien, esperando ser demolida.
- ¿Qué pasaba en esa escuela? Cuente hombre, que me dejó con la intriga, y no soy de cuestionar las historias de los demás.
- Bien, que opina si le digo que la escuela estaba embrujada, y que era aterrador trabajar allí.
- Pues diré que me alegro de no haber sido empleado en esa escuela, que sé bien que los lugares embrujados existen, y que las escuelas son propensas a quedar embrujadas.
- ¡Y esta sí que lo estaba! - expresó el profesor Javier -. Cuando entré los otros maestros no me dijeron nada.
Los cajones de mi escritorio aparecían abiertos, y si dejaba algo en ellos, aparecían sobre el escritorio.
A veces, cuando el salón quedaba vacío, en el fondo de éste se veía a un niño sentado mirando la pared. Apenas lo veías desaparecía, era como el destello de una imagen, pero créame cuando le digo que era aterrador. A veces los alumnos de español sentían que les jalaban el cabello, y se culpaban unos a otros;
pero yo sabía lo que era, pues en una ocasión me había pasado lo mismo, cuando me retiraba del salón.
Inevitablemente me enteré que los otros maestros no eran ajenos a lo que allí sucedía, y ya en confianza me confesaron haber tenido experiencias aterradoras, incluso una maestra había muerto de un susto, al ver quién sabe qué. Lo cierto es que la encontraron en un salón, y en él había un muñeco de trapo, que luego se deshicieron de él. Al muñeco lo llamaban Jerónimo, si mal no recuerdo concluyó el profesor Javier.
- Se me erizaron los pelos al escucharlo - dijo el barrendero Israel. El profesor Javier se despidió. Había avanzado unos pasos cuando escuchó que el barrendero lanzó una carcajada sonora, y al volverse el hombre ya no estaba, había desaparecido.
tenían los alumnos, haciendo un examen sorpresa.
Cuando terminó de guardar todo en su portafolio, la escuela estaba desierta, y fuera ya era de noche; era invierno y los días eran cortos.
En el corredor encontró a un hombre llamado Isra barriendo el piso. Se saludaron, y el hombre que barría le preguntó:
-¿Usted es nuevo aquí?
- Sí señor. Comencé ayer - le respondió el profesor Javier.
- Y qué le parece esta escuela - indagó el barrendero, apoyándose en la escoba como si fuera un largo bastón - ¿Le gusta?
- Sí - dijo el profesor Javier echando una mirada alrededor de ella .Comparada con la escuela en donde trabajé, todas son mejores. Si le contara lo que pasaba en aquella escuela no me creería. Por suerte ahora está cerrada, clausurada más bien, esperando ser demolida.
- ¿Qué pasaba en esa escuela? Cuente hombre, que me dejó con la intriga, y no soy de cuestionar las historias de los demás.
- Bien, que opina si le digo que la escuela estaba embrujada, y que era aterrador trabajar allí.
- Pues diré que me alegro de no haber sido empleado en esa escuela, que sé bien que los lugares embrujados existen, y que las escuelas son propensas a quedar embrujadas.
- ¡Y esta sí que lo estaba! - expresó el profesor Javier -. Cuando entré los otros maestros no me dijeron nada.
Los cajones de mi escritorio aparecían abiertos, y si dejaba algo en ellos, aparecían sobre el escritorio.
A veces, cuando el salón quedaba vacío, en el fondo de éste se veía a un niño sentado mirando la pared. Apenas lo veías desaparecía, era como el destello de una imagen, pero créame cuando le digo que era aterrador. A veces los alumnos de español sentían que les jalaban el cabello, y se culpaban unos a otros;
pero yo sabía lo que era, pues en una ocasión me había pasado lo mismo, cuando me retiraba del salón.
Inevitablemente me enteré que los otros maestros no eran ajenos a lo que allí sucedía, y ya en confianza me confesaron haber tenido experiencias aterradoras, incluso una maestra había muerto de un susto, al ver quién sabe qué. Lo cierto es que la encontraron en un salón, y en él había un muñeco de trapo, que luego se deshicieron de él. Al muñeco lo llamaban Jerónimo, si mal no recuerdo concluyó el profesor Javier.
- Se me erizaron los pelos al escucharlo - dijo el barrendero Israel. El profesor Javier se despidió. Había avanzado unos pasos cuando escuchó que el barrendero lanzó una carcajada sonora, y al volverse el hombre ya no estaba, había desaparecido.
Libra
23 de
septiembre al 23 de octubre
Tu sencillez te caracteriza sigue así es muy bueno porque te llevara al éxito,
tu numero de la suerte es el cinco.
Poesía del
viento
Cuando sopla al norte las hojas se fraternizan al sur
Del día fresco y vibrante de aquel atardecer
Que pasamos tú y yo amor
Pero como olvidar aquel atardecer silencioso
Cuando la brisa del mar
Tocaba una música ocasional
Donde emprendía nuestro amor verdadero amor
Que se vuelva un tormento
En su atardecer de su libertad
Tocaba una música ocasional
Que suplía en calidad con aquel atardecer
De los hijos de heolo
En aliento natural de motivación invisible
Del atardecer silencioso
Elabórame
las lágrimas
Carolina :
Tráeme la infinidad de gotas del
océano
Mi vista esta de setica y me
lastima
Un gran deseo de lagrimear
Yo nunca se si
estoy afligido por el espíritu
De mis seguidores muertos
Puesto que nuestras marchitas
medulas
Jamás permanecerán encima de las arenas unidas
Elabórame lágrimas consanguíneas
Y la misericordia religiosa de tu túnica fina
Limpia las lagrimas que derrame
El periodo doloroso de mi existencia en vana
Carolina:
¿Tu as visto el océano?
Platicas que es poco extenso
Y poco profundo
Que el cruzar
Yo nunca se el motivo de mí lloriquear:
Sera probablemente por la carga que oculto,
Carnalita:
Tráeme la infinidad de gotas del océano……..
Dos cuerpos
Dos cuerpos frente a frente son dos enamorados enloquecidos por la
pasión de tus labios rojizos como el pétalo de una rosa incandescente.
Dos cuerpos frente a frente son a veces el desvelo del corazón
palpitante que alienta mi sed con tan solo verte mi amor.
Dos cuerpos frente a frente son a veces noches llenas de pasión y
desvelos que me aprisionan.
Dos cuerpos frente a frente son
aves de la pasión que nos abrasa en la noche iluminada por estrellas mi amor.
Se busca
Se busca a mi abuelo tiene piel blanca, usa lentes, intenta tener barba
de filosofo, tiene chamarra negra, es chaparro, tenia un maletín, sus
facultades mentales es una frustración
por ganar la presidencia, se refugia con Carolina. La última vez que la vi fue
en la calle de Carolina, testigos dicen que lo han visto en las calles y
acabado.
A lo lejos
A lo lejos
Ante mi no te tengo
Bajo el cielo me pongo a llorar
Cabe resaltar que me haces falta
Con mi tristeza peleo contra mis pensamientos
De resentimiento
En la mañana entre mi sentir me fui
Hacia Acapulco
Hasta (olvidar mis penas) a embriagarme
Para olvidarte
Porque me haces demasiado
Daño pensaren ti
Según yo ya estoy olvidando sobre otros
Cuento
fantástico
Existió un país donde todos eran felices y donde todo era abundante y el
huevo estaba barato, sin embargo no todo era real porque fuera de ese país todo
era penumbra pero que a sus ciudadanos
eran preparados ,sabios y capaces aunque
en ella vivía un malvado hechicero llamado Ricardo de alguna u otra
forma era un no obstante los habitantes la mataron con una pistola de agua ya
bien moría ya bien vivía porque este brujo se alimentaba de huevo porque era su
máxima fuente de poder esto estaba bien fibroso mas bien loco si no que el era
un ser inteligente bien un ser mixtico e iluminado y de repente llegaron los
marcianos y bailaron cha,cha,chaaa….bien perezoso bailaron con Darwin despertó
y digo ahora que pues ora mal sueño tuve .
La Chica del
Asiento de Atrás
La leyenda que mi
abuelito me conto me pareció muy interesante porque el antes era conductor de
un autobús y dice que cuando regreso a su vehículo a las cocheras el autobús
está vacío y el sueño empieza a vencerle, cuando de repente una chica se cruza
en la carretera e irremediablemente la atropella. Asustado escapa del lugar…
En donde mi abuelito acababa de terminar su turno
de noche, únicamente debía dejar el autobús en la cochera antes de regresar a
casa, un trayecto de unos 25 minutos (saliendo de la ciudad) que siempre se le
hacían eternos.
Mientras transportaba pasajeros su trabajo era
entretenido, siempre podía escuchar las conversaciones de los demás pero, con
el autobús completamente vacío, los minutos se volvían horas.
Además estaba especialmente cansado claro con mi abuelita Imelda , ya que la noche anterior apenas había dormido cuatro horas. Mientras conducía, el sueño le iba venciendo y sin querer pegaba algún pequeño cabezazo.
Además estaba especialmente cansado claro con mi abuelita Imelda , ya que la noche anterior apenas había dormido cuatro horas. Mientras conducía, el sueño le iba venciendo y sin querer pegaba algún pequeño cabezazo.
Se durmió apenas unas décimas de segundo, tiempo
suficiente para perder el control del autobús y pegarse el susto de su vida al
encontrarse en mitad de la calzada a una chica que asustada trataba de esquivar
el pesado vehículo. Todo fue en vano: la velocidad a la que iba el vehículo,
unida al estado de aletargamiento del conductor, provocaron que, incluso
pisando el freno hasta su tope, el autobús arrollara a la joven. El sonido de
las ruedas destrozando los huesos de su delicado cuerpo mientras el trasporte
saltaba como si acabara de pasar un obstáculo, estremeció a Julián y lo dejó
helado.
Estaba bloqueado, sin duda había sido su culpa, la
chica estaba muerta, de eso no había duda. Mirando por el espejo una vez
detenido el autobús, se podía ver como el cuerpo boca abajo estaba destrozado.
No había nadie cerca que hubiese visto el accidente y miles de ideas se
agolparon en su cabeza. Se imaginó en la cárcel y sin nadie que pudiera llevar
el pan a la mesa de sus dos hijos. En el mejor de los casos perdería su trabajo
ya que había excedido las horas legales en que podía conducir un trasporte.
Seguro que su jefe, cuando se iniciara una investigación, le echaría a la calle
antes de buscarse problemas él mismo.
Asustado y aún confuso pegó un acelerón comprobando
que no hubiera nadie cerca que pudiera identificarle, escapó de allí sin tan
siquiera bajarse del autobús y en su huída no respetaba señales de tráfico ni
los límites de velocidad. Una fuerte culpa le oprimía el pecho y como por
instinto miró por el espejo interior del vehículo, no había nadie en los
asientos pero sentía como dos ojos le punzaban en la nuca, como si alguien le
mirara fijamente.
Entonces la vio…
En el último asiento había una chica sentada que no
dejaba de mirarle, giró su cuerpo para revisar la parte de atrás sin usar el
espejo, pero no había nadie. Temblando y con el cuerpo casi agarrotado por el
miedo, regresó su mirada a la carretera, pero casi involuntariamente volvió a
mirar por el espejo. La chica se levantó y comenzó a avanzar hacia él, de nuevo
se giró y no pudo ver a nadie. Un nuevo escalofrío le recorrió la espalda,
estaba tan asustado que quería bajarse del autobús y salir corriendo pero
incluso para eso era demasiado cobarde.
Mi abuelito se giraba una y otra vez a mirar la
parte trasera del autobús, no había nadie, pero él sabía que estaba ahí, podía
sentir su mirada clavándose en él. No se atrevía a mirar ese espejo que parecía
tener algún extraño vínculo con el mundo de los muertos. Pero como la polilla
que se acerca demasiado a la llama y acaba quemándose por no poder controlar
sus instintos, mi abuelito miró una vez más por el espejo.
La chica no se había movido desde la última vez,
estaba en el mismo lugar, como congelada, pero al regresar la mirada de mi
abuelito al espejo fue como si se
reactivara, avanzó inexorablemente hasta el asiento del piloto ―mientras mi
abuelito, paralizado, no podía apartar
la mirada de la joven que se le acercaba―, extendió su mano y agarró el hombro
del conductor que era mi abuelito.
Mi abuelito
sintió como el frío más intenso que jamás pudo imaginar le quemaba
el hombro, justo una fracción de segundo después una fuerte luz le alertó de
que debía mirar de nuevo hacia la carretera: allí, un camión que circulaba por
su carril le avisaba con sus luces de que estaban a punto de colisionar. Mi
abuelito giró bruscamente el volante y el autobús perdió el control
precipitándose por una ladera, el viaje terminó tan bruscamente como comenzó al
impactar de frente contra un enorme árbol que igualmente se doblegó ante varias
toneladas de acero.
Cuando mi abuelito despertó un día después en el
hospital, la mirada incriminatoria de una enfermera le alertó de que algo iba
mal, deseaba que todo fuera tan sólo un sueño, o mejor dicho una pesadilla.
Pero una pareja de policías que habían estado esperando en la puerta de su
habitación apareció tras que la enfermera les comunicó que él había recobrado
la consciencia.
Buenas tardes, señor, estamos aquí porque existen
indicios de que el autobús que usted conducía atropelló a una joven la noche
del viernes, se han encontrado restos de sangre que coinciden con los de la
víctima y un fuerte impacto en su carrocería.
¿Reconoce usted a la chica de esta foto?
Mi abuelito
palideció al instante al reconocer al fantasma que vio en el espejo e
inmediatamente sintió de nuevo un frío desgarrador en el hombro: la chica aún
seguía con él, esperando que cometiera el error de mirar de nuevo a un espejo.
La quemadura con la marca de sus dedos en su hombro estaría ahí siempre para
recordárselo.
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