Centro de Actualización del Magisterio
Unidad de Desarrollo Profesional
Tlalnepantla
Problemas y Políticas de la Educación
Prof.: Javier Sánchez Zúñiga
Alumno: Juan Manuel Gallegos Zúñiga
Tema: Cuento de Terror
Era una tarde
de viernes, el sol empezaba a ocultarse en el horizonte, el calor disipaba del
ambiente gracias a un refrescante viento que recorría las calles. Ya con el
resto del día libre y con el añorado fin de semana por delante, Pedro se
decidió a hablarle a sus amigos; primero se comunicó con Adrián.
Adrián
-¡Bueno!
Pedro -¿Qué
onda, como te va?
Adrián –Bien,
estaba pensando en hablarte, para ver que ibas a hacer hoy por la tarde pero
¡me adivinaste el pensamiento!
Pedro – ¿Le
hablamos a Martín para ver si nos vemos en algún lado?
Adrián era un
tipo de estatura promedio y de cuerpo delgado, que le gusta la aventura, algo
que no le agrada era que le dijeran qué hacer, su pensamiento es el de aquellas
que no le gusta seguir las reglas.
Pedro
prosiguió a comunicarse con Martín. Cuando de pronto contestó…
Martín - ¡Qué
pasó!
Pedro – Oye
te hablaba porque me comuniqué con Adrián para ver si nos veíamos al rato para
hacer algo.
Martín - ¡Ah!
Está muy bien ¿y dónde nos vamos a ver?
Pedro – Pues
donde siempre, te veo en una hora.
Pedro de
cuerpo corpulento, tenía pelo largo y con pensamiento más conservador aunque
también en ocasiones impulsiva, sus amigos lo buscaban por que era del tipo que
no le gusta meterse en problemas, de los pocos que piensa con la cabeza fría en
los momentos más difíciles.
En cambio su
amigo Martín un hombre de estatura media no muy bien parecido, pero que gustaba
de vestirse con ropa de marce, en cuanto a su mentalidad se podría decir que es
todo lo contrario, extrovertido y amaba los problemas y no le gustaba el
sedentarismo.
Al llegar la
hora fijada, se encontraron en “El Orbita” que era un billar tipo bar, donde
les gustaba pasar las tardes. Sin saber que no durarían mucho tiempo en ese
lugar, púes por ir a la aventura los esperaría algo que no creerían les
sucedería.
Estando ya
entrada la noche, el bullicio del humo del tabaco, la música rock sonando como
fondo y el alcohol habiendo hecho la labor de desinhibir sus mentes.
Uno de ellos
propuso ir al bosque, aquel lugar donde acostumbraban ir con la compañía de
algunas chicas a pasar el rato.
Martín – Aquí
ya está muy lleno, mejor vámonos a otro lado
Adrián - ¿Y
como a dónde se te ocurre ir?
Martín -
¡Vamos a pasar por una botella y de ahí nos vamos al bosque a dar la vuelta!
¿qué dicen?
Adrián –
Suena bien ¡Vamos!
Pedro - No lo
sé ya es muy tarde ¡pero bueno vamos sólo un rato!
Y así fue que
pasaron por su botella y se dirigieron al bosque, ese bosque que en aquella
noche se veía más terrorífico de lo normal. Una vez habiendo llegado se bajaron
del auto; y el sonido del viento por entre los arboles estremeció sus cuerpos,
no se quisieron sugestionar por lo que
prefirieron seguir su camino a las caballerizas, que era el donde se metían a
divertirse. La noche siguió pasando, el sueño y el alcohol comenzaron a mediar
en ellos, por lo que quedaron dormidos en ese lugar hecho de troncos
apolillados y láminas roídas por el tiempo, que apenas se podía mantener en
pie. Cuando de pronto se escucho un grito desgarrador afuera de las
caballerizas, Pedro y Adrián despertaron y se dieron cuenta que faltaba Martín,
salieron corriendo y lo que vieron fue a un ser borroso que devoraba lo que
restaba del que alguna vez fue su amigo. Aquella bestia parecía sacada del
mismísimo infierno, con colmillos grandes, ojos rojos, enormes garras y de estatura
alta como de tres metros. Al ver que nada podía hacerse decidieron correr por entre el bosque en
dirección al auto, sentían que aquel engendro corría detrás de ellos, pues se
escuchaban el ruido de las ramas de los árboles crujiendo, cuando de pronto Adrián
no pudo continuar y cayó abatido tras recibir el embate de la bestia y no tuvo
más remedio que sufrir la misma terrible muerte que su amigo Martín. Pedro
escuchaba los dantescos gritos de ayuda que exclamaba Adrián, gritos que
después se ahogarían por el paso de la sangre por entre la yugular y el sonido
de huesos rompiéndose al compás de vísceras y carne desgarrándose.
Cuando Pedro
llegó al vehículo y sentirse totalmente solo y confundido procedió a subirse al
auto lo más rápido posible. Cuando logró por fin ponerlo en marcha miró por los
espejos y se dio cuenta que la abominación
que acabó con la vida de sus amigos, ahora venía por él para hacerlo
sufrir el mismo final que tuvieron sus amigos. Al instante reaccionó poniendo el coche a toda marcha. De pronto
aparecieron frente a él camiones llenos de soldados (fuerzas especiales), que
tras pasar el convoy cerraron el paso a la bestia con un cerco. Llegando
también aviones de fuerza aérea y entre
todos ellos y con armas especiales nunca antes vistas acabaron con la vida de
aquel monstruo en un santiamén. Al terminar la refriega un comandante fue a su
encuentro y le explicó que tenía tiempo que monitoreaban a aquel inmundo animal
pues era un experimento científico que se había escapado de su laboratorio y
por haber sido creado como arma de destrucción no era fácil acabar con ella,
que olvidará lo que había sucedido ahí y que procurara no contarle a nadie,
pues todos lo desacreditarían y que gracias a su comprensión y
colaboración como cebo para poder
aniquilarlo.
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