CINCO POETAS DE
LA ANTIGUA ROMA
Los romanos eran poco amigos de hablar
o de escribir. El teatro, una de las manifestaciones literarias de los primeros
tiempos de Roma, era más, groseras pantomimas con rudo y escaso lenguaje, que
obras dialogadas.
Livio Andrónico (s.
III a. C.), griego
llevado a Roma como esclavo, inicia el desarrollo de la literatura romana,
primero como una traducción de “la Odisea” al latín y después con traducciones,
adaptaciones y creaciones propias de tragedias y comedias al modo griego.
Cneo Nevio (265 a.
C.), latino
nacido en Campania, continuo la labor de Livio, escribió el “Bellum Poenicum
(la guerra púnica)”, un poema épico sobre la historia de los triunfos de
Roma desde sus legendarios orígenes. También escribió comedias y tragedias de
gran popularidad, actualmente perdidas.
Quinto Ennio (239-169
a. C.), cultivó
la tragedia, la comedia y la poesía épica, escribió a imitación de “la Iliada”
y de “la Odisea” de Homero, un largo poema llamado “Los Anales”, destinado
a cantar las glorias de Roma desde su legendario origen hasta la época en la
que fue escrito.
Plauto (c. 254-184 a.
C.), se
hizo célebre por la caracterización de sus personajes y la comicidad de las
situaciones. Su mayor mérito reside en la flexibilidad y frescura que introduce
al latín literario.
A estos cuatro autores correspondió,
principalmente, el desarrollo del latínliterario, cuyo período de gloria se
inicia con la poesía ce Cátulo y Lucrecio y termina, ya en la alborada de la
Edad Media, con los escritos cristianos de San Agustín.
Cinco poetas: Cátulo, Lucrecio, Propercio,
Horacio y Virgilio.
Cátulo, un poeta de
contrastes. (77-50 a. C.) A los ojos de sus contemporáneos, el mérito más
importante de la poesía de Cátulo, residía en como el poeta había adaptado el
latín las formas literarias de Safo y de algunos otros de los grandes poetas
griegos.
Es el cantor del amor en su
manifestación más apasionada, y de la más descarnada y realista de las
críticas. Es un poeta mundano, por lo que mucha de su poesía será de circunstancias,
pero siempre conserva la franqueza del campesino que al pan le llama pan, y al
vino, vino.
La poesía de Cátulo, es de extremos:
junto al tiernísimo poema que canta la muerte del pájaro predilecto de su
amiga, se encuentra la sátira punzante contra Julio César, contra su amigo el
poeta, contra las matronas y los caballeros, ni su protector se escapa. Por él
sabemos vicios vergonzosos de muchos de los héroes políticos y militares de su
tiempo. Ternura y agresión.
Pasión y desencanto. Eso fue Cátulo y
eso es su obra.
Tito Lucrecio Caro (c. 98-54 a. C.), es
uno de los poetas comprometidos.
Dotado de una sólida formación
filosófica en la escuela epicúrea4 y con un maravilloso poder de síntesis que
le permite relacionar la doctrina filosófica de la que está convencido con la
desastrosa realidad de su tiempo, escribe un largo poema “De Natura Rerum”
(sobre la naturaleza de las cosas), en el que propone a sus conciudadanos un
camino de salvación.
Para Lucrecio todos los males del
hombre se originan en la ignorancia, ya que de ésta nace el temor a la muerte y
a la pobreza. Del afán del hombre por librarse de la muerte y por lo tanto de
la miseria, nacen los vicios, la envidia y las ambiciones que conducen a la
propia destrucción. El camino de la felicidad es la observación de la
naturaleza, pues en la ciencia se descubre la solución al más grande de
nuestros problemas: el sufrimiento.
Como su criterio de verdad lo encuentra
en los sentidos, Lucrecio es un poeta materialista.
Único intelectual verdaderamente filósofo
de la historia romana.
Propercio (c. 50-16 a. C.) Es de
los grandes poetas romanos, el más desconocido. Autor de elegías. La elegía a
la muerte de Cornelia, uno de los más bellos ejemplos de la poesía del dolor
es, al mismo tiempo, el más acabado retrato del ideal de la matrona romana.
Horacio, un poeta
moral (65-8
a. C.), fue una especie de poeta oficial del espíritu de Augusto. Ya que
coincidió su ideal con el del emperador.
Sus sátiras o sermones, sus epístolas y
sus cuatro libros de odas, coinciden en proponer a un hombre un plan de vida
llamado la “aurea mediocritas” (dorada mediocridad), que consiste en términos
generales en no aspirar a lo que no se puede alcanzar, conformarse con poco, no
por resignación, sino por la convicción derivada de los problemas creados por
la mucha ciencia, el mucho dinero, o el exceso de poder.
Todo su programa de vida se resume e la oda
“Beatus Ille” (Dichoso Aquél).
Virgilio, el altísimo
poeta (70-19
a. C.). La edad media lo tituló el altísimo maestro y el Renacimiento lo imitó
en todos los idiomas. Además su influencia ha llegado a siglos posteriores.
El más grande de sus méritos reside en
la elegancia de la forma y el planteamiento de situaciones. Tres fueron sus
temas favoritos: pastoril, expuesto en su mayor parte de sus églogas o poemas;
el tema del campo y sus labores, tratado en las geórgicas y la grandeza de
Roma, expuesta en un poema que por mucho tiempo sirvió de historia nacional a
los romanos: “La Eneida”.
Virgilio es ante todo un romano
enamorado del destino de su patria.
Su primera obra conocida son las
Bucólicas, escrita entre los años 41 y 39 A.c.
Los Prosistas
Los romanos como los griegos gustaron
de la prosa didáctica y en particular de la historia. Desde Catón el Censor
(234 a. C.) hasta Antonio Marcelino, el último de los historiadores paganos del
Imperio.
Abundan también los diálogos
filosófico-morales, las gramáticas y preceptivas,
etc.
En la oratoria, Cicerón es el
maestro indiscutible. Con solo su palabra hizo cambiar de opinión, por dos
veces, al menos, a Julio César, de quien además fuera enemigo político.
En cuanto a la novela, muy pocas han
llegado hasta nosotros. Las más celebres son dos novelas de aventuras: “El
Satiricón”, probablemente escrito por Petronio, “El árbitro de la elegancia”, en
los tiempos de Nerón y “El asno de oro”, escrita por Apuleyo, un africano que
nació hacia el año 125.
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