Cinco
preguntas en torno a la lectura
por Isabel Solé.
1. ¿Qué es leer?
2. ¿Cuándo se aprende a leer?
3. ¿Cómo leemos?
4. ¿Es la lectura una cuestión de práctica?
5. ¿Influye la motivación en la lectura?
1. ¿Qué es
leer?
Leer es un proceso entre un texto y un lector, proceso
en el que éste aporta su disposición emocional y su experiencia, su
conocimiento del mundo y del tema; en interacción con las características y
propiedades del texto –género, estructura, densidad informativa, coherencia,
cohesión.
Otro lector, con objetivos distintos y equipado con su
propio experiencia, construirá una comprensión diferente; incluso el mismo
lector, ante el mismo texto puede modificar su interpretación cuando persigue
propósitos distintos.
Para entender lo que es leer hay que tener en cuenta
también las características de los soportes y los formatos en los que se
presenta al texto, responsables con frecuencia de restricciones y
potencialidades que indudablemente afectan al lector.
2. ¿Cuándo
se aprende a leer?
En sociedades letradas como la nuestra, la curiosidad
de los niños por los textos, las palabras y las letras suele ser muy precoz. La
escuela, desde la etapa de educación infantil, aprovecha esta curiosidad;
podemos afirmar que se empieza a aprender a leer desde muy pronto, y ese
aprendizaje se prolonga a lo largo de toda la escolaridad obligatoria y no
obligatoria. Ello es así porque de hecho se puede estar alfabetizado de muy
diversas formas.
La lectura no es una técnica que se aprende y una vez
aprendida se aplica sin más a textos muy diversos- persuasivos,
propagandísticos, informativos, de reflexión, expositivos, literarios,
hipertextos- que se presentan en formatos y soportes diferentes (diarios,
enciclopedias, libros de texto, monografías disciplinares, novelas, artículos
científicos, hojas sueltas; en papel, en pantalla..) y que leemos para
satisfacer finalidades diversas –disfrutar, informarnos, aprender, resolver un
problema práctico, comunicar, encontrar argumentos…
Así, frente a una concepción monolítica de la lectura
y su aprendizaje, se impone una visión diversa y procesual; aprendemos a leer y
continuamos con ese aprendizaje durante toda la escolaridad –y durante toda
nuestra vida-.
3. ¿Cómo
leemos?
A lo largo de la historia, la forma de ser lector ha
ido cambiando porque han cambiado los textos, sus formatos y contenidos; la
lectura tiene un indudable carácter social, histórico y cultural que media y
condiciona la competencia personal.
Durante amplios periodos, leer fue decir lo que dice
un texto, repetir un significado establecido. En otros momentos, se trató de
interpretar o más bien imaginar un significado al margen de las restricciones
de lo literal.
La lectura, tal como la entendemos desde la época
moderna, implica una nueva actitud ante el conocimiento, una nueva forma de
leer y aprender en la que lo meramente reproductivo o lo estrictamente
interpretativo dan paso a una actitud epistémica, en la que el lector busca
racionalmente un significado plausible para el texto.
Podemos acercarnos a los textos como lectores
distintos: como el lector reproductivo, que busca decir lo que dice lo que dice
el texto; o como el lector crítico, capaz de interpretarlo y de pensar acerca
de lo que comprende.
Una lectura reproductiva tendrá como producto la recapitulación
oral o la paráfrasis escrita, más o menos mimética del texto leído (en
respuesta a preguntas literales).
Una lectura crítica y profunda tendrá productos
distintos.
En muchas ocasiones, nuestros objetivos de lectura
requieren una lectura reproductiva (si quiero seguir las instrucciones para
instalar un determinado programa informático, por ejemplo), y en otras
necesitamos una lectura epistémica (cuando estamos ampliando nuestros
conocimientos sobre un determinado tema). Ambas son necesarias, pero es
importante percibir que persiguen finalidades distintas, desencadenan procesos
y exigen estrategias diferentes que es necesario aprender.
4. ¿Es la
lectura una cuestión de práctica?
Sí, pero no sólo. Como cualquier procedimiento, la
lectura exige la práctica que permitirá, entre otros logros, la automatización
de determinados procesos –como los de descodificación-, liberando así nuestra
mente y permitiéndonos dirigir la atención hacia la elaboración del
significado.
Podemos leer de distinto modo según los objetivos que
nos planteemos y según sean las condiciones textuales y contextuales en que nos
encontremos: leer supone poner en marcha nuestra capacidad de pensar
estratégicamente.
Las creencias implícitas sobre la lectura,
relacionadas con la motivación, los objetivos y estrategias que el lector
adopta, influyen en la forma en que se interactúa con el texto y tienen un
impacto en el resultado de la lectura: la creencia de que el significado no
está sólo en el texto, sino que depende también del lector hace que los
estudiantes que participan de ella se involucren más activamente en la lectura,
obtengan visiones más globales e integradas del texto que leen y generen
respuestas más personales al mismo.
5. ¿Influye
la motivación en la lectura?
Por supuesto que sí. Pero quizá lo que no sea tan
intuitivo es que la relación entre motivación y éxito se alimenta mutuamente:
los lectores más motivados leen más y más seriamente, con lo que se incrementa
su competencia y su habilidad.
La percepción de competencia no es algo totalmente
subjetivo, sino que se construye en torno a las “señales” que los demás ofrecen
de forma implícita o explícita; en las aulas todo ocurre a la vista de otros:
leer bien o trabucarse, recibir elogios o reconvenciones… Cuando uno se sabe/siente
poco competente, y si tiene escasas expectativas de éxito (ya sea de forma
autónoma o con la ayuda de otros) no parece razonable esperar que sienta un
gran interés por la lectura. Más bien lo lógico es que ésta se minusvalore y
que el esfuerzo que requiere se reserve para situaciones en que no haya más
remedio que leer. En estas situaciones, en las que no se puede encontrar un
sentido personal a la lectura, las condiciones externas como la presencia y
atractivo de libros, de propuestas de animación a la lectura y otras, ven muy
mermada su capacidad estimulante.
Referencias
Pozo, J.I. (2008) Aprendices y
maestros. La psicología cognitiva del aprendizaje. Madrid: Alianza.
Solé, I. (1992) Estrategias de
lectura. Barcelona: Graó
http://www.ub.edu/dppsed/personas_sp/isole.htm
No hay comentarios:
Publicar un comentario